Buscar la belleza

Buscar la belleza en el día a día puede ser un hábito que nos beneficia enormemente a largo plazo. Es una oportunidad para salir de nuestra mente y conectar con el mundo.

Buscar la belleza

Buscar la belleza debería ser un acto simple, sin caer en el positivismo tóxico ni vivir en una fantasía.

Buscar la belleza debería surgir del acto de notar lo que te rodea, de observar tu día a día con ojos de curiosidad y gratitud por las cosas que damos por sentadas, pero que en realidad son un regalo en nuestras vidas.

Buscar la belleza debería ser una oportunidad, como cuando te despiertas y, al abrir los ojos, te das cuenta de que tienes un nuevo día por delante.

Buscar la belleza es sentir, oler, escuchar, tocar y conectar. Es poder ver lo significativo en medio del caos, y lo que en seis meses o diez años quizás no lo sea tanto.

Buscar la belleza no es mentirte diciéndote que todo está bien, que la vida es color de rosa y que no hay cosas difíciles.

Buscar la belleza es tener resiliencia después de una situación desafiante; es ir más allá de las apariencias.

Buscar la belleza es ver el vaso medio lleno, pero no como un mecanismo de defensa, sino desde la honestidad de reconocer que lo que está frente a ti es digno de admirar, celebrar y agradecer.